Yo soy una madre para el mundo (y tú también)

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Hoy es el Día de las Madres.

Y antes de cualquier reflexión, quiero tomar un momento para honrar, con el corazón abierto, a todas las madres del mundo.


A las que parieron con fuerza, a las que adoptaron con amor, a las que criaron con entrega. A las que dieron todo sin pedir nada a cambio. A las que están presentes. Y a las que, desde otros planos, siguen acompañando a sus hijos.


A ti, mamá. Si estás leyendo esto, o si estás viva en el corazón de alguien: Gracias.


Gracias por tu cuerpo, por tu tiempo, por tu sacrificio, por tu dedicación y tus abrazos. Gracias por dar vida, por sostener, por enseñarnos lo que es amar incondicionalmente.


Y también, hoy quiero abrir espacio para reconocer a la energía materna más allá del rol biológico. Porque ser madre es mucho más que dar a luz: es una forma de estar en el mundo.


Es sostener cuando todo tiembla. Es cuidar. Es ofrecer ternura, protección, alimento (físico, energético y emocional).


Quiero invitarte también a conectar con la energía materna que vive en ti, independientemente de tu género, historia o relación con tu madre.


Esa energía, esa fuerza profunda de nutrición, creación y amor, vive dentro de ti.

Sí, dentro de ti. Aunque no hayas tenido hijos. Aunque no te sientas “maternal”. Aunque nunca te lo hayan dicho.


Porque todos podemos ser madre para alguien. Todos podemos nutrir, sostener, cuidar. Y más aún, todos podemos aprender a ser una madre para el mundo.


Por eso, hoy quiero compartirte un ejercicio sencillo pero poderoso. Es parte de una práctica espiritual que recibí hace años y que me ha ayudado a conectar con esta energía cada día.


Coloca una mano sobre tu pecho, respira profundo y repite, con voz suave y presencia:

“Yo soy una madre para el mundo”.

“Yo soy una madre para el mundo”.

“Yo soy una madre para el mundo”.


Repítelo varias veces, si lo sientes. Hasta que algo se ablande. Hasta que algo se revele. Hasta que recuerdes que cuidar también es parte de tu poder. Siente lo que eso despierta en ti.


Porque maternar no es solo para las mujeres ni para quienes tienen hijos. Es una medicina que el mundo necesita hoy más que nunca. Y empieza contigo.


Yo hago este ejercicio cada día y me encanta. Al principio se sentía raro, pero con el tiempo entendí su dinámica y lo que genera en mi vida. Hoy lo amo. Y con mucho gusto, lo comparto contigo.


Así que celebremos a todas las madres, y también el acto de maternar: Cuidar lo que es frágil. Nutrir lo que es valioso. Sostener con amor todo lo que nace. Ya sea un hijo, una idea, una emoción, una parte de ti o todo el mundo.


Feliz Día de la Madre. A todas y en todas sus formas.

Con amor,

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